martes, 2 de septiembre de 2014

La historia de La Preferida, una bodega con alma. Parte I

La historia de La Preferida



Dicen que las bodegas son el alma de los barrios. Una buena y bien surtida bodega reúne al ama de casa y a la empleada en busca de sus ingredientes para el día a día, al niño con ansias de dulce, a los jóvenes y adolescentes como refugio fuera de casa y finalmente al jefe del hogar como punto de tránsito (y relajo) entre el trabajo y la casa y viceversa. Todos bien atendidos por quien es el capitán y catalizador de los deseos de sus clientes: el dueño. Un buen dueño de bodega es más que un comerciante, se convierte en un escucha, una ayuda, un proveedor y receptor de noticias de toda índole, un reparador de espíritus hambrientos y, con el tiempo, un amigo más del barrio, al punto de que bodega y dueño se fusionen y se conviertan en el ancla de un barrio. Esto no tiene nada de asombroso porque, en efecto, muchas bodegas en Lima lo demuestran. Lo excepcional es cuando el alma de una de estas bodegas (pareciera ser que por un hálito misterioso) sopla más allá de los confines de su barrio y transmite su magnetismo a ajenos que se aventuran a barrios desconocidos en búsqueda de una leyenda. Ese imán fue Marko Maric y La Preferida en el barrio de San Antonio en Miraflores, pero vayamos por partes en esta aventura.




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